Estrés y Medicina Ortomolecular
#Estrés #Medicina #OrtomolecularPor: Doctora Laura Martino de Romero.
En una sociedad cargada de presiones, acelerada y violenta, nuestro organismo reacciona capacitándonos para hacer frente a estas situaciones produciendo modificaciones bioquímicas con consecuencias biológicas.
Con frecuencia nos vemos obligados a hacer frente a situaciones que alteran nuestros planes, afectan nuestras emociones y desestabilizan nuestro estado anímico. El estres actúa como un mecanismo natural de defensa para restablecer nuestro equilibrio interno, liberando en el cerebro dos sustancias:
1.- Adrenalina, que actúa inmediatamente como un reflejo de lucha y defensa,
2.- Adrenocorticotrofina (ACTH) que estimula a las glándulas suprarrenales, que se encuentran sobre los riñones, para que produzcan Cortisol, hormona que regula de manera continua el estres persistente.
Estas glándulas también son las responsables de la producción de las hormonas sexuales femeninas y masculinas, utilizando siempre al Colesterol como materia prima de todas ellas.
De esta manera, ante una situación de estres, nuestro cerebro da la orden para que se produzca la mayor cantidad posible de Cortisol (aumentando el Colesterol circulante en sangre para que pueda estar biodisponible para generar dicha hormona), pero disminuye la formación de Estrógenos y Testosterona, ya que elige naturalmente dar prioridad a la defensa contra el estres. Esta es una de las razones por las que disminuye o desaparece el deseo sexual, en hombres y mujeres estresados, y aumentan los niveles de Colesterol en sangre, aún llevando una dieta saludable y realizando una correcta actividad física.
Si bien estos mecanismos de defensa son indispensables para que podamos desarrollar nuestras actividades en la vida cotidiana, cuando los factores estresantes se perpetúan en el tiempo, dan lugar a una producción ininterrumpida de Adrenalina y Cortisol que desencadenarán enfermedades a corto, mediano o largo plazo, principalmente: Hipertensión Arterial. Enfermedades cardiovasculares. Aumento del Colesterol. Aumento de la grasa abdominal. Disminución de la masa muscular. Obesidad. Diabetes. Disminución de la masa ósea. Aumento del apetito. Acidez estomacal.
Alteración de la flora bacteriana intestinal, que se manifiesta frecuentemente mediante el Síndrome de Colon Irritable. Disminución de la Serotonina cerebral, sustancia fundamental para evitar las compulsiones por los dulces y harinas, para dormir bien, tener sensación de bienestar y felicidad, evitar las cefaleas, ansiedades y ataques de pánico. Disminución de las defensas.
Los niveles más altos de las hormonas del estrés se asocian significativamente con menores concentraciones de Inmunoglobulina IgA secretora, que proporciona defensas antivirales y antibacterianas, siendo el factor más importante de nuestra inmunidad en las mucosas del aparato digestivo, pulmones y tracto urinario. Toda persona joven o no, sometida a un gran stress, es más vulnerable a contagiarse cualquier infección por este mecanismo.
Aumento de la coagulación de la sangre, siendo esto muy peligroso ya que al actuar en conjunción con la Adrenalina también aumentada por el estres, puede conducir a infartos cardíacos o cerebrales (mecanismo de muerte neuronal) en personas aun jóvenes.
Estos eventos ocurren a lo largo de diferentes etapas o fases, según el tiempo en que hemos estado sometidos al factor estresor. Podemos identificar 4 fases en el diagnóstico y el tratamiento del estres:
1) Fase aguda de alarma: respuesta normal y positiva del organismo al estrés.
2) Fase crónica de resistencia: permite al cuerpo soportar el estrés continuo (dolor, fatiga, lesiones, etcétera) durante un largo tiempo.
3) Fase crónica de tentativa de mantención: respuesta descompensada ante la persistencia del factor estresor, que obliga al organismo a producir altas concentraciones de cortisol dando lugar a sus efectos nocivos.
4) Fase de extenuación: respuesta de agotamiento del cuerpo en que las glándulas suprarrenales no pueden mantenerse al día con el estres continuo y su creciente demanda de Cortisol, provocando una disminución de su producción. Este colapso se manifiesta de diversas maneras, ya sea con depresión grave, tendencias suicidas, asma, infecciones crónicas de las vías respiratorias superiores, erupciones en la piel, colitis, úlcera duodenal gástrica, artritis reumatoidea, insomnio, dolores de cabeza, fatiga, desmayos, sobrepeso y obesidad, palpitaciones, edema en las extremidades, alteración de la memoria y dificultades del aprendizaje.
La Medicina Ortomolecular, mediante la evaluación médica minuciosa, análisis de laboratorio, estudios biofuncionales específicos y test de determinación del estado de neurotransmisores, posibilita diagnosticar en qué etapa de padecimiento del estres se encuentra cada paciente y en base a eso elaborar un plan terapéutico individual y personalizado, adaptado a las características de cada paciente.
La Medicina Ortomolecular busca optimizar el funcionamiento de nuestro organismo de manera natural, para hacerlo mucho más resistente. Para ello, se vale de antioxidantes y nutrientes denominados adaptógenos que tienen la capacidad de modular la actividad de las glándulas suprarrenales, permitiendo encontrar un punto de equilibrio funcional, de modo que el organismo pueda reaccionar de forma adecuada, positiva y controlada al stress durante periodos de tiempo prolongados.
Utiliza también nutracéuticos mitocondriales que retardan el envejecimiento celular y aumentan el rendimiento psico-físico. De esta manera la fatiga disminuirá naturalmente y mejorarán los síntomas, aumentando la autoestima y la libido, el entusiasmo, la habilidad para relajarse, la capacidad de disfrutar y el rendimiento laboral. El paciente notará una disminución de la ansiedad, un aumento del interés, de la memoria y del aprendizaje.
Mediante la Medicina Ortomolecular podemos realizar tratamientos contra el estres y revertir sus consecuencias, haciendo uso de herramientas naturales, que no tienen contraindicaciones y no generan dependencia física ni psíquica.
La clave está en reconocer los signos de alarma que nos manifiesta nuestro propio cuerpo y buscar la ayuda apropiada para detener este proceso conocido como HiperStress o Síndrome de Fatiga Crónica, lo más rápidamente posible, evitando así las graves consecuencias que puede desencadenar en el organismo.